jueves, 18 de febrero de 2010

ideas ausentes

jueves veintidós de septiembre del año… jueves?... creo que es jueves y que es el mes de septiembre, podría casi apostarlo. O martes? No, estoy casi seguro de que es jueves, pero tengo ese sabor bajo la lengua que aparece todos los domingos, además siento esa fatiga que se acerca cada inicio de semana. Mi apuesta cambia a domingo y del mes, del mes ni hablar.
Esta noche no he logrado concentrarme, la luz intermitente de la habitación no permite a mi mente situarse en ese campo grisáceo donde surgen las ideas, las voces desde el cuarto diecisiete que riñen por alguna tontería que no acabo por entender, la alarma de un Ford 67 que desgarra mis oídos, y el palpitar del musculo hueco que provee de sangre a mi cuerpo, tan constante y tan ruidoso, que logra espantar cada idea que se acerque a mi cabeza.
Dispongo justo al margen de mis labios un ostentoso cigarro cubano comprado en mi ultimo viaje a la isla, acerco la llama con la suavidad con que se acaricia a una mujer, y enciendo la placentera descarga de nicotina que pronto extasiara mis sentidos. Todo parece indicar que dos golpes acabaron con la riña de la otra habitación, y que el Ford oxidado se canso de molestar a mis receptores auditivos. La ligereza del viento, con ese baile que solo acompaña a la noche, despertaran a los fantasmas de mi creatividad. Justo en frente de mi vista, esta esa maquina fría y desalmada que espera por mi, preparada a que la rigidez desaparezca de mis dedos, tal vez espera a que cierre los ojos para comenzar por si misma, o tal vez ya ha comenzado a plasmar sus propias ideas sin que yo me de cuenta, o quizás, solo quizás debería dejar de pensar en locuras y comenzar a escribir.
Hecho un vistazo hacia la ventana, observo las nubes hinchadas de las lagrimas de algún dolor que desconozco, listas para soltar su suave ira sobre los callejones de esta ciudad, a uno de esos sigilosos andantes que gustan de la oscuridad saltando de tejado a tejado, y a la luna que va marcando la muerte de este dia, no puedo mas!, la proximidad continua de las paredes me esta volviendo loco, mi mente se encuentra en otro plano, no en el de crear historias ficticias, de esas mentiras creadas para mentirse a si mismas. Si no, en el insomnio arrogante que va acrecentando mi desesperación. Ah, la cercanía de las paredes, el tic tac del reloj, el asqueroso ruido de mi respiración, maldigo cada segundo, pero basta, es suficiente, esta noche preferiría que las historias de papel sigan permaneciendo ausentes

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